El jardinero y la muerte / Gueorgui Gospodínov (Impedimenta, 2025)
Gueorgui Gospodínov es la clase de autor que nos ha acostumbrado a una obra repleta de hallazgos, juegos y construcciones literarias elaboradas con pulso de orfebre. Capaz de escribir una novela en la que la historia arranca una y otra vez, en cada nuevo capítulo, como si nunca empezase -un hermoso paralelismo con la vida misma. O de reconstruir, a partir de miniaturas de enorme belleza, algo parecido a un relato familiar.
Con El jardinero y la muerte, en cambio, Gospodínov lleva a cabo un repliegue, digamos, íntimo. Aquí prevalece la urgencia por dar cuenta de la muerte del padre, más que la necesidad de embellecer literariamente una elegía ya de por sí lo suficientemente hermosa. El gesto es otro: como el autor no parece especialmente creyente, resulta que la literatura es, tal vez, la única herramienta de que dispone para conservar la memoria del padre. De hecho, hay un pasaje en el que lo deja bastante claro, al explicar que la pena no es tanto que el padre haya muerto, sino todo lo que muere con él: una infancia, un espacio, el torbellino de recuerdos que más podían traer a Gospodínov el sentimiento de ser un hijo -o de seguir siéndolo.
Es este un libro de recuerdos, algunas veces salteados, escritos con la misma urgencia con la que se agolpan un poco precipitadamente en la memoria. Un libro delicado cuando retrocede en el tiempo para reconstruir el relato de la enfermedad paterna o cuando teje una crónica de esos meses que pasan muy rápido mientras miran de reojo al calendario festivo. Un libro tierno y triste, en el que Gospodínov pasa de narrador a observador. Quizá esa es la palabra justa: observa a su padre, lo escucha, mantiene viva esa conversación y desgrana los días y las horas. Un libro forzosamente incompleto, de una manera diferente al juego que planteaba Novela natural, como lo es, en el fondo, cualquier elegía al padre. Y, sin embargo, igualmente bello y deslumbrante. Con esa pizca de ficción y de verdad, que es como decir con ese combate interno por ver quién es el autor del libro, si el que escribió una obra tan imaginativa y desbordante como Las tempestálidas o, en fin, el hijo que acaba de perder al padre. En definitiva, uno de esos libros que no se olvidan.