La guerra ha terminado
Alicante, 1939
Sinopsis
Este trabajo es fruto de un encargo de la Generalitat Valenciana y la Federación Valenciana de Municipios y Provincias con objeto de recordar los 80 años del final de la guerra civil en Alicante. Después de dedicar largo tiempo a localizar y examinar publicaciones de todo tipo (la bibliografía sobre la guerra es al mismo tiempo esquiva e inabarcable), decidimos centrar nuestro proyecto en los libros de memorias. Resulta sorprendente comprobar cuánta gente escribió o contó sus vivencias en Alicante en esos días de marzo y abril de 1939. En este libro hemos reunido una treintena de testimonios de informantes situados en el lado de los vencidos (es decir, en el de los que no escriben la historia) que son testigos directos de unos sucesos que cuentan en primera persona, para denunciarlos, para mantenerlos vivos o para expulsarlos definitivamente de sus recuerdos.
El día 5 de marzo anuncia su rebelión el coronel republicano Casado, mientras el Gobierno de la República celebra en la finca El Poblet, en Petrer, su último Consejo de Ministros; el día 6, el presidente Juan Negrín y sus colaboradores parten al exilio desde el vecino aeródromo del Fondó, en Monóvar; el día 28 salen los últimos barcos con refugiados desde el puerto de Alicante; los días 29 y 30, miles de personas congregadas en el puerto se desesperan porque no acuden los barcos que deberían rescatarlos; el mismo día 30 se produce en la capital la entrada triunfal del Ejército italiano, aliado de los franquistas; el día 1 de abril se emite desde Burgos el famoso parte anunciando el final de la guerra (de donde sale el título del libro), y, a continuación, los militares y simpatizantes republicanos son hechos presos, recluidos en edificios públicos y conducidos a campos de concentración.
Ochenta años después, estos lugares son, en su mayoría, ruinas o solares vacíos en los que el tiempo y la acción humana han borrado casi todas las huellas. Los traemos aquí como espacios para la memoria en los que proyectar las manifestaciones de angustia, de dolor y de miedo —y también las esperanzas y las formidables ganas de vivir— que se desprenden de esta densa e incómoda crónica, tan difícil de manejar, probablemente, como el propio libro.
Las fotografías las hizo José M.ª Azkárraga en varios viajes a Alicante. No fue una excursión al campo, sino algo más complicado de explicar. El cielo de algunas de las fotos debe de ser similar al que vieron en 1939 los primeros presos que llegaron al campo de Albatera, ya que la época coincide.