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Ciclo de Lecturas Dramáticas. “La casa de la fuerza” de Angélica Liddell. Una descarnada reflexión sobre la condición de la mujer en este siglo XXI. Coordinan Fran Faura y María Morant Giner.
16 abril 2024
19:00 - 20:30
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Quinta jornada del Ciclo Literatura Dramática, un club de lectura que celebraremos entre los meses de noviembre y mayo y que impartirán Fran Faura y María Morant Giner.
En esta ocasión hablamos sobre “La casa de la fuerza. Te haré invencible con mi derrota” de Angélica Liddell. Una descarnada reflexión sobre la condición de la mujer en este siglo XXI. «La casa de la fuerza» tras estrenarse en La Laboral, el Festival de Otoño de Madrid y en el Festival de Aviñón, donde fue recibida como toda una revolución: «Cinco horas trabajadas hasta la exasperación por unas ganas furiosas de entender por qué todo va tan mal», según Le Monde.
Lectura recomendada: El teatro de la crueldad de Antonin Artaud
Sobre el libro:
PREMIO NACIONAL DE LITERATURA DRAMÁTICA 2012
El volumen se completa con otros dos textos inéditos, tan sugerentes como intensos, Anfaegtelse y Te haré invencible con mi derrota. Tres obras en las que Angélica Liddell, una de las escritoras más emblemáticas de esta mitad del siglo XXI, se interna por infiernos raramente visitados por la literatura española, todo ello expresado a través de un hondo intimismo, con un estilo turbador y vibrante, sin concesiones. La casa de la fuerza nos habla, según su autora, sobre cómo «el amor fracasa, la inteligencia fracasa, y nos destrozamos los unos a los otros, por cobardía, y humillamos y somos humillados hasta el final».
Es una descarnada reflexión sobre la condición de la mujer en este siglo XXI y, por extensión, sobre el machismo así como sobre los asesinatos y violaciones de niñas y mujeres que aún hoy tienen lugar en Ciudad Juárez (México) dentro de un mundo, en palabras de la autora, «colorido por fuera y podrido por dentro». Atravesada de principio a fin por el espíritu de las Tres hermanas, de Chejov, el sufrimiento no se percibe sólo como una herida, sino también como un acto de resistencia. A lo largo de su lectura, se superponen multitud de historias que están en juego al mismo tiempo: el desamor, la dominación de género, el dolor, el suicidio, la resistencia, la locura, mientras de fondo suenan rancheras, Vivaldi, Paquita la del Barrio, Bach y mariachis…
En definitiva, una trama marcada por el dolor y por la fuerza, como una forma de llegar a la calma espiritual. En Te haré invencible con mi derrota, asistimos a un diálogo con Jackie du Pre (1945-1987) –una de las mejores chelistas del siglo XX, fallecida a los 42 años–. Emotivo diálogo interno que ahonda en la belleza y en el dolor, un dolor personal que aquí se hace universal, y en la imposibilidad por parte de Jackie de seguir tocando el chelo a causa de una esclerosis que empieza a atrofiar sus manos antes de cumplir los treinta años. Por último, Anfaegtelse es un canto incendiado al amor en su versión más cruda, con su luz y sus tinieblas, al amor imposible que siente hacia David, un niño de diez años, mientras ajusta cuentas con la figura de la madre y del padre. «Anfaegtelse», que podría traducirse por «angustia«, «horror» o «inquietud» se repite como un mantra a lo largo de la obra. «Cuando amamos entramos en guerra, es decir, entramos en «anfaegtelse». Cada uno de nosotros será grande dependiendo de aquel con quien batalló», dice Kierkegaard en Temor y temblor.
Sobre la autora:
Angélica Liddell es Premio Nacional de Literatura Dramática por La casa de la fuerza (La uÑa RoTa, 2011) y León de Plata de la Bienal de Venecia en 2013 «por su capacidad de transformar su poesía en un texto que agita el mundo». Nacida en Figueres en 1966, desde niña visita a sus abuelos en Santibáñez el Bajo (Cáceres), «todo lo aprendí viéndoles arar, pisar la uva, meter las manos en el fuego sin quemarse, en cuanto hacían, había una relación directa con las cosas que no he vuelto a experimentar». En 1988, mientras estudia Psicología en Madrid, «un tiempo perdido», escribe su primera obra, era malísima, pero todavía hoy sigo hablando del suicidio. Con su compañía Atra Bilis, fundada en 1993 junto a Sindo Puche, ha estrenado una veintena de creaciones con las que ha obtenido numerosos premios, como el Valle Inclán por «El año de Ricardo» y el de Dramaturgia Innovadora Casa de América por «La pasión anotada de Nubila Wahlheim», ambas editadas por Artezblai. Un crítico la ha calificado de «monstruo escénico y autora de la palabra», y otro la comparó con Artaud y Pasolini. Cuando cumplió 42 años, «ese día me sentí mal, asustada y jodida por el paso del tiempo», se apuntó por primera vez a un gimnasio, «entonces los detestaba, ahora me encantan… mi gimnasio está lleno de actores porno gays, alegres y guapos, que desean amar y ser amados, como todos nosotros, pero para mí es ese lugar donde me reventaba durante cuatro horas seguidas para soportar la ansiedad, para buscar alivio». Y ¿allí empezó «La casa de la fuerza»? «Sí, eran ejercicios de preparación para la soledad.» Entonces, años después, «cuando más hastiada estaba de todo aquello que me rodeaba, apareció China con su modo indescifrable de estar en el mundo. Al final, lo único que cuenta en nuestras vidas cuando cerramos la puerta de nuestra habitación es el mundo afectivo, sentirse amado o no… Cada vez le doy más oportunidad al azar, a lo inexplicable…». ¿Y qué nos cuentas de tu nueva trilogía, «Ciclo de las resurrecciones»? «Pues ahora, acabo de estrenar «Primera carta de san Pablo a los Corintios». Creo que es el inicio de una etapa relacionada con lo sagrado. Quiero devolver el sentido sagrado a aquello que lo cotidiano se ha empeñado en trivializar. Según estas inquietudes, espero montar una Lucrezia («You are my destiny», se titula) el año que viene. Es como si hubiera llegado al límite de algo, al límite de lo confesional, necesito ir al polo opuesto y, tal vez, llegar al silencio.»
Sus textos han sido traducidos al inglés, francés, italiano, rumano, ruso, alemán, polaco y portugués.